Denis Diderot. (Langres) 5 de octubre de 1713 - 31 de julio de 1784 (París). Filósofo francés, así como escritor y enciclopedista de la Ilustración. De espíritu crítico y gran erudición, Diderot buscó la razón con relación científica. Algunos títulos de sus obras: "Pensamientos filosóficos" (1746), "La caminata excéptica" (1747), "Las joyas indiscretas" -Novela- (1748), "Carta de los ciegos para uso de aquellos que ven" (1749), "El hijo natural" (1757), "Discurso sobre la poesía dramática" (1758), "Paradoja sobre el actor" (1769), "Principios filosóficos sobre la materia y el movimiento" (1770), "Elementos de fisiología" (1773), ...
- Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden significa poner las cosas bajo su control.
- Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga.
- Los errores pasan, solo la verdad permanece.
- La indiferencia hace sabios y la insesibilidad, monstruos.
- Todos quieren tener amigos y nadie quiere serlo.
- El hombre más feliz es el que hace la felicidad del mayor número de sus semejantes.
- Se habla sin cesar contra las pasiones. Se las considera la fuente de todo mal humano, pero se olvida que también lo son de todo placer.
- El primer paso hacia la filosofía es la incredulidad.
- La ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio.
- Del fanatismo a la barbarie solo media un paso.
- Las frases concisas son como clavos afilados que clavan la verdad en nuestra memoria.
- El gobierno arbitrario de un príncipe, aunque sea justo y esclarecido, es siempre malo.
- No basta con hacer el bien: hay que hacerlo bien.
- ¿No será preferible crear ingratos que dejar de hacer el bien?
- ¿Qué edad tiene el mundo? Camino entre dos eternidades...
- La razón sin las pasiones sería casi como un rey sin súbditos.
- Es tan arriesgado creerlo todo como no creer nada.
- El lujo arruina al rico y aumenta las miserias de los pobres.
- Se me debe exigir que busque la verdad pero no que la encuentre.
De "Jacques el Fatalista":
"Cuando caía la noche, él mismo introducía por la puerta de la calle a mujeres de toda condición, y en las estancias abaciales tenían lugar los más exquisitos banquetes. Como Hudson confesaba, había corrompido a todas aquellas parroquianas que merecían la pena. Entre ellas había una joven pastelera que escandalizaba al barrio con su coquetería y desenfado; Hudson, que no podía visitarla en su casa, la encerró en su serrallo. Esa especie de rapto levantó las sospechas de los padres y del marido. Fueron a visitarle. Hudson les recibió con aspecto consternado. Mientras aquella pobre gente exponía el problema, sonó la campana; eran las seis de la tarde: Hudson requirió silencio, se quitó el bonete, se levantó, se persignó con gestos ampulosos y recitó con tonos dulces y místicos: "Angelus Domini nuntiavit Mariae"... Al bajar por la escalera, hacia la salida, el padre y los hermanos de la pastelera, avergonzados de sus sopechas, le decían al marido: Hijo, eres un bobo... ¿No te da vergüenza? ¡Cómo rezaba el Angelus! ¡Es un santo!".
Denis Diderot.