Publio Terencio Afro. (África. Probablemente de Cartago. ) ac. 194 a. C. - 159 a. C. (Las fechas según el historiador y biógrafo romano Suetonio). Fue un comediógrafo latino. Como Plauto, fue sigue los patrones de Plauto en la comedia nueva. Llelgó a escribir más de 130 obras de las que se consevan 21. Fueron estrenadas entre el 170 y el 160 a. C. Sirvió como esclavo en la casa de Terencio Lucano de quien tomó el nombre. Algunas de sus obras: "Andria, la suegra", "Formión", "El eunuco", "El atormentador de sí mismo", "Adelfos", ...
- Soy un hombre; nada de lo humano me es ajeno.
- Yo soy mi prójimo.
- El servilismo produce amigos; la verdad, odio.
- Mala cosa es tener cogido un lobo de las orejas, pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo.
- Adopta tus maneras al hombre con quien tratas.
- Callan: es alabanza suficiente.
- Cuando el ánimo está en suspenso, un ligero impulso le hace inclinarse a un lado u otro.
- Cuando estamos sanos todos tenemos buenos consejos para los enfermos.
- Cuando no se puede lo que se quiere, hay que querer lo que se puede.
- Cuando se puede evitar un mal es necedad aceptarlo.
- Cuando no se puede lograr lo que se quiere, mejor cambiar de actitud.
- De todos los míos, soy el único que soy mío.
- La justicia infexible es frecuentemente la injusticia más grande.
- La vejez es por sí misma una enfermedad.
- La sabiduría consiste no solo en ver lo que tienes ante ti, sino en prever lo que va a venir.
- Las riñas de los amantes son la renovación del amor.
- La vida del hombre es como un juego de datos: si no puedes hacerte con aquel que más te conviene, debes con astucia procurar sacar ventaja del que acaso te tocó.
- Lo que no está dotado de razón no hay razón que pueda gobernarlo.
- Ningún hombre digno pedirá que se agradezca aquello que nada le cuesta.
- Saber hacer una cosa es fácil, hacerla es difícil.
- Si persiste en decirme lo que quiera escuchará lo que no quiera oír.
- Tantos hombres, tantos pareceres.
- Todas mis esperanzas están en mí.
- Ya no se puede decir nada que no haya sido dicho antes de nosotros.
- Un cargo es una carga.
- Una buena regla para la vida es no ser demasiado adicto a una sola ocupación.
- Siempre la fortuna es propicia a los fuertes.
- Es más acertado contener a los niños por honor y ternura, que por el temor y el castigo.
- Sin riesgo no se hace nada grande y memorable.
- Nadie compra esperanza.
- ¡Cuántas injusticias y maldades se cometen por mero hábito!
- He de vivir a la manera de los demás.
- Aconsejo a todos que estudien las vidas de los demás con un lente de aumento, así verán las cosas buenas en forma magnificada.
- Una mentira va pisándole los talones a otra.
En "Los hermanos":
DEMEA.
"Jamás ninguno echó tan bien la cuenta de su vida, que los negocios, los años y la experiencia no le enseñasen algo nuevo; y le avisasen de algo, de manera que lo que él se pensaba saber no lo supiese, y lo que tenía por mejor lo reprobase. Lo mal ahora a mí me ha acaecido, porque aquella vida áspera que yo hasta aquí he seguido, ahora ya casi estoy al fin de la jornada, la condeno. ¿Y por qué? Porque la experiencia me ha enseñado que al hombre no hay cosa que le esté mejor que la benignidad y la clemencia. Que esto es verdad, por mí y por mi hermano lo puede entender cualquiera fácilmente. Él siempre ha pasado su vida sin cuidados y en convites; benigno, manso, sin ofender a nadie, complaciendo a todos, ha vivido a su gusto, gastando a su gusto; todos le elogian, todos le aman. Yo soy el villano, el cruel, el triste, el escaso, el terrible, el duro. Caséme: ¡qué desdichas en el matrimonio! Naciéronme hijos: ¡Nuevos cuidados! Pues además de esto, procurando dejarles mucha hacienda, toda mi vida y mis años he gastado en adquirir. Y ahora, al cabo de ellos, el galardón de mis trabajos es ser aborrecido. Mi hermano, sin trabajo ninguno, goza de todas las ventajas de un padre con mis hijos: a él le aman, de mí huyen; a él le tienen afición; ambos están con él; a mí me desamparan. A él le desean larga vida; tal vez codician mi muerte. De manera, que los que yo he criado con gran trabajo, él se los ha hecho suyos a poca costa. Yo llevo a cuestas todas las fatigas, y él se goza todos los contentos. ¡Ea, pues probemos ahora al contrario, si podré yo decir alguna palabra amorosamente o me obliga a ello! Que también quiero yo ser amado, y estimado de los míos. Y si esto ha de dándoles y complaciéndoles, no seré yo de los posteros. ¿Y si falta? ¡A mí qué...! Para mí no faltará ¡que ya poca vida me queda".
Manuscrito del siglo XI con las 6 comedias de Terencio.
"Jamás ninguno echó tan bien la cuenta de su vida, que los negocios, los años y la experiencia no le enseñasen algo nuevo; y le avisasen de algo, de manera que lo que él se pensaba saber no lo supiese, y lo que tenía por mejor lo reprobase. Lo mal ahora a mí me ha acaecido, porque aquella vida áspera que yo hasta aquí he seguido, ahora ya casi estoy al fin de la jornada, la condeno. ¿Y por qué? Porque la experiencia me ha enseñado que al hombre no hay cosa que le esté mejor que la benignidad y la clemencia. Que esto es verdad, por mí y por mi hermano lo puede entender cualquiera fácilmente. Él siempre ha pasado su vida sin cuidados y en convites; benigno, manso, sin ofender a nadie, complaciendo a todos, ha vivido a su gusto, gastando a su gusto; todos le elogian, todos le aman. Yo soy el villano, el cruel, el triste, el escaso, el terrible, el duro. Caséme: ¡qué desdichas en el matrimonio! Naciéronme hijos: ¡Nuevos cuidados! Pues además de esto, procurando dejarles mucha hacienda, toda mi vida y mis años he gastado en adquirir. Y ahora, al cabo de ellos, el galardón de mis trabajos es ser aborrecido. Mi hermano, sin trabajo ninguno, goza de todas las ventajas de un padre con mis hijos: a él le aman, de mí huyen; a él le tienen afición; ambos están con él; a mí me desamparan. A él le desean larga vida; tal vez codician mi muerte. De manera, que los que yo he criado con gran trabajo, él se los ha hecho suyos a poca costa. Yo llevo a cuestas todas las fatigas, y él se goza todos los contentos. ¡Ea, pues probemos ahora al contrario, si podré yo decir alguna palabra amorosamente o me obliga a ello! Que también quiero yo ser amado, y estimado de los míos. Y si esto ha de dándoles y complaciéndoles, no seré yo de los posteros. ¿Y si falta? ¡A mí qué...! Para mí no faltará ¡que ya poca vida me queda".
Terencio.