
- Es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras..
- Conservar algo que me ayude a recordarte sería admitir que te puedo olvidar.
- ¿Qué os ocurre chusma en discordia? ¿que al rascaros el mediocre prurito de vuestra opinión, os habéis formado costras?
- No hay bestia tan feroz que no sienta alguna piedad. Yo no siento ninguna, luego no soy una bestia.
- El hereje no es el que arde en la hoguera, sino el que la enciende.
- Dad palabra al dolor, el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe.
- Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte solo una vez.
- Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo.
- No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.
- Maestro, quisiera saber cómo viven los peces en el mar. Como los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños.
- Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada.
- No ensucies la fuente donde has apagado tu sed.
- El pasado es un prólogo.
- Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara.
- Mis palabras suben volando, mis pensamientos se quedan aquí abajo; palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo.
- No hay quien sea enteramente inaccesible a la adulación, porque el hombre mismo que manifieste aborrecerla, en alabándole de esto, es adulado con placer suyo.
- Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito.
- Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma.
- ¡Ser o no ser: he ahí el dilema! ¿Qué es más elevado para el espíritu: sufrir lo golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra el piélago de calamidades y, haciéndolas frente, acabar con ellas?
- El mal que hacen los hombres, les sobrevive; el bien suele ir juntamente con sus huesos a la sepultura.
De La tragedia de "Hamlet", príncipe de Dinamarca, es la siguiente frase:
"A todos presta oídos; tu voz, a pocos. Escucha el juicio de todos y guárdate el tuyo".
Escena V del Acto I. Cuando Hamlet se queda solo, tras marcharse reyes y corte:
"¡Oh! ¡Si esta masa de carne demasiado sólida pudiera ablandarse y liquidarse disuelta en lluvia de lágrimas! ¡Oh Dios! ¡Cuán fatigado ya de todo, juzgo molestos, insípidos y vanos los placeres del mundo! Nada, nada quiero de él. Es un campo inculto y rudo, que solo abunda en frutos groseros y amargos. ¡Que haya llegado a suceder todo lo que veo a los dos meses desde la muerte de aquel rey que fue, comparado con este, como Hiperión con un sátiro, y tan amante de mi madre, que ni a los aires celestes permitía llegar atrevidos a su rostro... ¡Oh cielo y tierra!... ¿Para qué conservo la memoria? ¡Ella, que se le mostraba tan amorosa como si con la posesión hubieran crecido sus deseos! Y no obstante, en un mes... ¡ah! no quisiera pensar en esto. ¡Fragilidad, tienes nombre de mujer! En el corto espacio de un mes, y antes de romper los zapatos con que, semejante a Niobe, bañada en lágrimas acompañó el cuerpo de mi triste padre... ella, sí, ella misma se unió a otro hombre... ¡Cielos! Una fiera, incapaz de razón y discurso, hubiera mostrado aflicción más durable... Esa mujer se ha casado con mi tío, con el hermano de mi padre, pero no más parecido a él que yo lo soy a Hércules. En un mes... enrojecidos aún los ojos con el pérfido llanto, se casó. ¡Ah, delincuente precipitación, ir a ocupar con tal diligencia un lecho incestuoso! Esto no es bueno ni puede terminar bien. pero hazte pedazos, corazón mío, pues mi lengua debe reprimirse".
Shakespeare.
Shakespeare.
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Las tres brujas de Gustave Doré para Macbeth |