William Cuthbert Falkner, (Misisipi). 25 de septiembre de 1897 - 6 de Julio de 1962 (Byhalia). Escritor estadounidense. Premio Nobel de Literatura en 1949. NOVELAS: "La paga de los soldados" (1926), "Mosquitos" (1927), "Sartoris" (1929), "El ruido y la furia" (1929), "Mientras agonize" (1930), "Santuario" (1931), "Luz de agosto" (1932), "Pilón" (1935), "¡Absalon, Absalon!" (1936), "Los invictos" (1938), "Las palmeras salvajes" (1939), ... RELATOS: "Estos trece" (1931), "Doctor Martino y otras historias" (1934), ... POESÍA: "Visión en primavera" (1921), "El fauno de mármol" (1924), ... ENSAYO: "Ensayos y discursos" (2012), EPISTOLAR: "Cartas escogidas" (1977), GUIONES PARA EL CINE: "Hoy vivimos" (1933), ...
- Inteligencia es el poder de aceptar el entorno.
- La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
- Se puede confiar en las malas personas... no cambian jamás.
- Tal vez la única cosa peor que tener que dar gratitud constantemente es tener que aceptarla.
- Un hombre es la suma de sus desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará un día por cansarse pero entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra desdicha.
- Un paisaje se conquista con las suelas del zapato; no con las ruedas del automóvil.
- El pecado, el amor y el miedo son solo los sonidos que las personas que nunca pecaron, ni amaron ni han sentido miedo, pronuncian pensando que saben lo que significan esas palabras.
- No podrás nadar hacia nuevos horizontes si no tienes el valor de perder de vista la costa.
- Si tuviera la posibilidad de elegir entre la experiencia del dolor y la nada, elegiría el dolor.
De "Mientras agonizo":
"Jewel y yo salimos del algodonal, por el sendero, uno detrás del otro. Aunque voy a quince pies delante de él, cualquiera que nos observara desde el cobertizo del algodón podría ver el sombrero de paja de Jewel, roto y raído, sobresaliendo por encima de mí.
El sendero, alisado por las pisadas y recocido cual adobe por los calores de julio, va derecho, como tirado a cordel, por entre los verdes liños de las plantas, hacia el cobertizo, situado en medio del algodonal. El sendero, alisado por tantas y tantas pisadas con obsesionante precisión, al llegar allí, se tuerce y rodea el cobertizo, formando cuatro ángulos de suaves vértices, para internarse de nuevo en el algodonal".
William Faulkner.