Fiódor Mijáilovich Dostoyevski. (Moscú) 11 de noviembre de 1821 - 9 de febrero de 1881 (San Petersburgo). Escritor ruso. Novela psicológica en la Rusia zarista. Alabado incluso por Nietzsche: "El único psicólogo por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidente más felices de mi vida" -dijo-. NOVELAS: "Pobres gentes" (1846), "Memorias del subsuelo" (1864), "Crimen y castigo" (1866), "El jugador" (1866), "El idiota" (1868), "Los hermanos Karamázov" (1879). CUENTOS: "Una novela en nueve cartas" (1845), "El niño con la manita" (1876), "El sueño de un hombre ridículo" (1877), ... Además de artículos, ensayos y escritos variados.
- Quien para otro cava una zanja en ella cae.
- Es al separarse cuando se siente y se comprende la fuerza con que se ama.
- Quien su miente y escucha su propias mentiras, llega a no distinguir ninguna verdad, ni en él, ni alrededor de él.
- El grado de civilización de una sociedad, se mide por el trato a sus presos.
- El secreto de la existencia humana está no solo en vivir, sino también en saber para qué se vive.
- ¿Y ya con qué voy a soñar, cuando he sido tan feliz despierto?
- Después de un fracaso, los planes mejor elaborados, parecen absurdos.
- Me someto a la ética, pero no comprendo en modo alguno por qué es más glorioso bombardear una diudad sitiada que asesinar a alguien a hachazos.
- La segunda mitad de la vida de un hombre está hecha únicamente de los hábitos adquiridos en la primera mitad.
- El castillo de sus ilusiones se ha venido sin estrépito, din dejar rastro, se ha esfumado como un sueño; y él ni siquiera se percata de que ha estado soñando.
Crimen y Castigo (Párrafo del principio):
Crimen y Castigo (Párrafo del principio):
"En una calurosa tarde de principios de julio, un joven, salió del cuchitril que había realquilado en la callejuela de S. y se encaminó lentamente, como indeciso, hacia el puente de X.
En la escalera esquivó felizmente el encuentro con la patrona. El cuchitril del joven se encontraba debajo del tejado mismo de una alta casa de cinco pisos, y más que una habitación parecía un armario. La mujer que se la había alquilado, con derecho a comida y servicio, vivía más abajo, en la misma escalera. Cada vez que el joven salía a la calle, tenía que pasar forzosamente por delante de la cocina de su patrona; esta cocina daba a la escalera, y la puerta estaba casi siempre abierta de par en par. Al pasar por allí, el joven experimentaba una enfermiza sensación de temor, que le avergonzaba y le hacía fruncir el ceño. Endeudado hasta la coronilla con la casera, emía encontrarse con ella.".
F. Dostoyevski.