Daniel Defoe. (Londres) 10 de octubre de 1960 - 5 de mayo de 1731. Escritor inglés, además de periodista. "Padre de todos los novelistas ingleses". Se le considera el pionero en la prensa económica. Algunos títulos de su obra: "Carta a un disidente, de su amigo en La Haya" (1688), "Himno a la picota" (1703), "Dar limosna no la caridad" (1704), "El consolidador" (1705), "La familia del instructor" (1715), "Dickory Cronke, el tonto filósofo" (1719), "La vida y las extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe" (1719), "La vida del capitán Singleton" (1720), "Memorias de un caballero" (1720), "Coronel Jack" (1722), ...
- Allí donde Dios erige una iglesia, el demonio levanta una capilla; y si vas a ver, encontrarás que en la segunda hay más fieles.
- Cuando más grande es vuestra gloria, más cerca estáis de vuestra declinación.
- Todo nuestro descontento de aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos.
- Por lo tanto, el miedo al peligro es diez veces más terrible que el propio peligro.
- La pobreza... endurecía mi corazón y mi necesidad me hacía mirar con indiferencia la de los demás.
- Así como la ambición es la raíz de todo mal, la miseria es, a mi juicio, la peor de todas las asechanzas.
- Todas las cosas buenas de este mundo no son buenas más que por el uso que hacemos de ellas; y que las disfrutemos tanto cuando no sirven como cuando las juntamos para dárselas a otros, pero no más.
De Aventuras de Robinson Crusoe:
"Mi padre, un hombre prudente y discreto, me dio sabios y excelentes consejos para disuadirme de llevar a cabo lo que, adivinaba, era mi proyecto. Una mañana me llamó a su recámara, donde le confinaba la gota, y me instó amorosamente, aunque con vehemencia, a abandonar esta idea. Me preguntó qué razones podía tener, aparte de una mera vocación de vagabundo, para abandonar la casa paterna y mi país natal, donde sería bien acogido y podría, con dedicación e industria, hacerme con una buena fortuna y vivir una vida cómoda y placentera. Me dijo que sólo los hombres desesperados, por un lado, o extremadamente ambiciosos, por otro, se iban al extranjero en busca de aventuras, para mejorar su estado mediante empresas elevadas o hacerse famosos realizando obras que se salían del camino habitual; que yo estaba muy por encima o por debajo de esas cosas; que mi estado era el estado medio, o lo que se podría llamar el nivel más alto de los niveles bajos, que, según su propia experiencia, era el mejor estado del mundo y el más apto para la felicidad, porque no estaba expuesto a las miserias, privaciones, trabajos ni sufrimientos del sector más vulgar de la humanidad; ni a la vergüenza, el orgullo, el lujo, la ambición ni la envidia de los que pertenecían al sector más alto".
Daniel Defoe.