Johann Christian Friedrich Hölderlin. (Lauffen am Neckar) 20 de marzo de 1770 - 7 de junio de 1843 (Tubinga). Poeta alemán. Del clásico al nuevo romanticismo. Estudió teología (1793), además de literatura y filosofía. Internado en una clínica psiquiátrica en 1806, en Tubinga. Durante treinta y seis años vivió con un ebanista de Zimmer, que le acogió en su casa, siendo un enamorado de "Hiperión". Algunos títulos de su obra: "Himnos" (1793), "Elegías" (1793), "Hiperión o El heremita en Grecia" (1797), "Poesías" (1799), "Lírica tardía" (1801-1808), Sus obras completas publicadas por Schwab (1846), ...
- El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona.
- Deberías estudiar filosofía aunque no tuvieras más dinero que el que hace falta para comprar una lámpara y aceite, ni más tiempo del que va desde la medanoche hasta el canto del gallo.
- Allí donde está el dolor está también lo que lo salva.
- Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas ni se convertirían en espíritu si no chocaran con el destino, esa vieja roca muda.
- Las almas serviles solo respetan lo violento.
- No hay nada que pueda crecer y perecer tan profundamente como el hombre.
- El hombre se enciende como la hierba seca.
- ¿Qué es lo que los hombres ha hecho y pensado a lo largo de miles de años, en comparación con un momento de amor?
De "El joven a sus juiciosos consejeros:
"¿Pretendéis que me apacigüe? ¿Que domine
este amor ardiente y gozoso, este impulso
hacia la verdad suprema? ¿Que cante
mi canto del cisne al borde del sepulcro
donde os complacéis en encerrarnos vivos?
¡Perdonadme!, mas no obstante el poderoso impulso que lo arrastra
el oleaje surgente de la vida
hierve impaciente en su angosto lecho
hasta el día en que descansar en su mar natal.
La viña desdeña los frescos valles,
los afortunados jardines de la Hesperia
solo dan frutos de oro bajo el ardor del relámpago
que penetra como flecha el corazón de la tierra.
¿Por qué moderar el fuego de mi alma
que se abrasa bajo el yugo de esta edad de bronce?
¿Por qué, débiles corazones, querer sacarme
mi elemento de fuego, a mí que solo puedo vivir en el combate?
La vida no está dedicada a la muerte,
ni al letargo el dios que nos inflama.
El sublime genio que nos llega del Éter
no nació para el yugo.
Baja hacia nosotros, se sumerte, se baña
en el torrente del siglo; y dichosa, la náyade
arrastra por un momento al nadador,
que muy pronto emerge, su cabeza ceñida de luces"...
Friedrich Hölderlin.