Nathaniel Hathorne. (Salem. Massachusetts) 4 de julio de 1804 - 19 de mayo de 1864 (Plymouth. Nuevo Hampshire). Escritor estadounidense. Popular por su ficción gótica. Algunos títulos de sus obras: "Fanshawe, un cuento" (1828), "La letra escarlata" (1850), "La casa de los siete tejados" (1851), "El romance Blithedale" (1852), "El fauno de mármol" (1860), "Cuentos dos veces contados" (1837), "Musgos de un viejo Manse" (1846), "Hija de Rappaccini" (1846), "La nieve-imagen y otros cuentos" (1851), "La vida de Franklin Pierce" (1852), ... (Para niños): "La silla del abuelo" (1841), "Viejos famosos" (1841), "Historias biográficas para niños" (1842), ...
- Una sonrisa forzada es más fea que un ceño fruncido.
- La felicidad es como una mariposa: si la persigues, nunca consigues capturarla, pero si la tranquilizas, incluso puede que se pose sobre ti.
- Una mano limpia y pura no necesita guante que la cubra.
- Sabido es que los atributos más delicados son también los que más pronto desaparecen.
- No confiando en la amistad de hombre alguno, no pudo reconocer a un enemigo cuando este realmente se presentó.
- La naturaleza humana lo mismo que un árbol, no florecerá ni dará frutos si se planta y se vuelve a plantar durante una larga serie de generaciones en el mismo terreno ya cansado.
- Ningún hombre puede llevar por mucho tiempo, por así decirlo, dos rostros: uno en público y otro frente a frente de su conciencia, sin que al fin llegue a no saber cuál es el verdadero.
- Las caricias son tan necesarias para la vida de los sentimientos como las hojas para los árboles. Sin ellas, el amor muere por la raíz.
- Cada individuo tiene un puesto que ocupar en el mundo, y es muy importante si lo ocupa o lo deja vancante.
- Los hombres de pasiones frías tienen un ojo certero.
De "La casa de los siete tejados". Capítulo II. El pequeño escaparate:
"Una dama atiborrada desde la infancia de reminiscencias aristocráticas, que cree religiosamente que las manos de una señora se mancillan al trabajar, una dama que piensa así, después de sesenta años de penuria, desciende de su imaginario pedestal. La pobreza, que le estuvo pisando los talones durante toda su vida, la ha vencido finalmente. ¡Tiene que ganarse la vida o morir de hambre! Y hemos descubierto irreverentemente a miss Hepzibah Pyncheon, la dama patricia, en el momento en el que se está transformando en mujer plebeya".
Nathaniel Hawthorne.