Emil Mihai Cioran. . (Răşinari) 8 de abril de 1911 - 20 de
junio de 1995 (París). Filósofo y escritor rumano nihilista, que escribió en francés a
contracorriente de las normas establecidas. Pensaba que el suicidio siempre
está ahí como solución para una única vez, quien fuera profesor de filosofía en Brasov. Calificado en ocasiones de hereje. Algunos de sus títulos: "En
las cimas de la desesperación" (1936), "Silogismos de la
amargura" (1952), "La caída en el tiempo" (1966),
"Del inconveniente de haber nacido" (1973), "Ese
maldito yo" (1986), "Ejercicios de admiración" (1986), "El crepúsculo del pensamiento" (1991), "Breviario de los vencidos"
(1993), …
- Para usted que ya no la tiene, la libertad es todo. Para nosotros que sí, es meramente una ilusión.
- Estamos todos en el fondo de un infierno donde cada instante es un milagro.
- Vago a través de los días como una puta en un mundo sin aceras.
- Podemos estar orgullosos de lo que hemos hecho, pero deberíamos estarlo mucho más de lo que no hemos hecho. Ese orgullo está por inventar.
- El límite de cualquier dolor es un dolor aún mayor.
- Todo problema profana un misterio; a su vez, todo problema es profanado por su solución.
- Escriba libros solo si lo que va a decir en ellos usted nunca se lo confiaría a nadie.
- Se puede soportar cualquier verdad por muy destructiva que sea, a condición de que sea total, que lleve en sí tanta vitalidad como la esperanza a la que ha sustituido.
- Sufrir es la manera de estar activo sin hacer nada.
- Siempre he buscado paisajes anteriores a Dios. De ahí mi debilidad por el caos.
De "Breviario de los vencidos":
"Con ansia y amargura, he intentado cosechar los frutos del cielo y no he podido. Se elevan hacia no sé qué otro cielo cuando les tendía mis manos golosas de su abundancia.
Las ramas de las bóvedas se comban sobre las esperanzas de nuestras plegarias; cuando estas callan, aquellas pierden sus frutos.
Tampoco brotan flores en el cielo ni las vides dan fruto. Dios, como no tiene nada que guardar en su casa, de aburrimiento y enojo, deja yermos los jardines del hombre.
No, no; no es la visión de los astros lo que me deslumbrará. Bastante luz he perdido mendigando a las alturas. Harto de toda laya de los cielos, he dejado mi alma a merced de los ornamentos del mundo".
Émil Cioran.