Vicente Gómez Martínez Espinel. (Málaga) 28 de diciembre de 1550 - 4 de febrero de 1624 (Madrid). Además de escritor, este sacerdote del siglo de oro, fue músico. La décima es también conocida como espinela en su honor. Se le atribuye la quinta cuerda a la guitarra española llamada entonces vihuela, que contaba entonces con cuatro. Uno de sus ilustres discípulos, fue Lope de Vega y fue además amigo de Cervantes, de Góngora, de Quevedo... Una colección de su poesía fue publicada en 1591. Tradujo la Epístola de Horacio conocida como "Arte poética". - Haré con vuestra merced lo que con mis amigos, que es en la elección aconsejarles lo mejor que sé, y en la determinación, ayudarles lo mejor que puedo.
- La codicia coge y ciega todas las potencias.
- Si bien quisieran los hombres sencillos advertir a las cautelas, echarían de ver que una cortesía sin tiempo, una amistad sin razón ni conocimiento, un comedimiento no acostumbrado, unas ceremonias no debidas, traen consigo más daño que provecho para aquel con quien se usan.
- Son los codiciosos como la esponja, que aunque chupa todo el agua de que es capaz, ni está ni se aprovecha de ella.
- Quien tiene aliento para asirse tropezando, también lo tendrá para levantarse cayendo: quien se arrepiente, cerca está de la enmienda.
- Más agradece el enfermo la medicina que cura, que no el consejo que le preserva.
- ¡Oh, libros, fieles consejeros, amigos sin adulación, despertadores del entendimiento, maestros del alma, gobernadores del cuerpo, guiones para el bien vivir y centinelas para bien morir! ¿Cuántos hombres de oscuro suelo habéis levantado a las cumbres más altas del mundo? ¿Y cuántos habéis subido hasta las sillas del cielo? ¡Oh, libros, consuelo de mi alma, alivio de mis trabajos, en vuestra santa doctrina me encomiendo!.
- Los ojos son arcabuces y lumbreras del alma.
- La traición la emplean aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura.
De Décimas:
"No hay bien que del mal me guarde,
de sinrazón ofendido,
y de ofendido cobarde.
Y aunque mi queja, ya es tarde,
y razón me la defiende,
más en mi daño se enciende,
que voy contra quien me agravia,
como el perro que con rabia
a su mismo dueño ofende".
Vicente Espinel.