Juan Carlos Onetti Borges. (Montevideo) 1 de julio de 1994 - 30 de mayo de 1994 (Madrid). Escritor uruguayo. Su apellido original fue "O'Nety", descendiente de irlandeses. Trabajó en la agencia de noticias Routers (1941), en el diario Acción (1955). En 1967 graba un disco para la serie Voz viva, con textos propios. Fue encerrado en un psiquiátrico tras ser censurado por la dictadura de Juan María Bordaberry, y liberado por la intervención del poeta español Félix Grande. Algunos títulos de sus obras: "El pozo" (1939), "Tierra de nadie" (1941), "El astillero" (1961), "Juntacadáveres" (1964), "Tiempo de abrazar" (1974), ... Cuentos: "La novia robada y otros cuentos" (1968), ...
- La vida es uno mismo, y uno mismo son los otros.
- La literatura es mentir bien la verdad.
- Lo malo no está en que la vida promete cosas que nunca nos dará; lo malo es que siempre las da y deja de darlas.
- El cansancio me trae pensamientos sin esperanza.
- Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene.
- Aquella noche no vino ninguna aventura para recompensarme el día.
- Qué fuerza de realidad tienen los pensamientos de la gente que piensa poco y, sobre todo, que no divaga. A veces dicen "buenos días", pero de qué manera tan inteligente.
- Esto ya se acabó o se está acabando; lo único que puede hacerse es elegir que se acabe de una manera o de otra.
- La libertad es un aire habitual, sin perfumes exóticos, que se respira junto con el oxígeno sin pensarlo, pero conscientes de que existe.
De "El astillero":
"Le quedaban restos de infancia en los ojos claros que entornaba para mirar -una luz rabiosa, desafiante, que se arrepentía en seguida- un poco en el pecho liso, en la camisa de hombre y el pequeño lazo de terciopelo al cuello; un convincente remedo en las piernas largas, en el sobrio trasero de muchacho, libre dentro del pantalón de montar. Tenía los dientes superiores grandes y salientes, y reía a sacudidas, con la cara asombrada y atenta, como eliminando la risa, como viéndola separarse de ella, brillante y blanca, excesiva; alejarse y morir en un segundo, derretida, sin manchas ni ecos, sobre el mostrador, sobre los hombros del dueño, entre las telarañas que unían las botellas del estante".
Juan Carlos Onetti.