Giacomo Taldegardo Francesco di Sales Saverio Pietro Leopardi. (Recanati) 29 de junio de 1798 - 14 de junio de 1837 (Nápoles). Poeta italiano del Romanticismo, además de filósofo y filólogo. Sus primeros poemas "Al pie del monumento a Dante", apuntando lo que sería su gran erudición. Padeció una grave enfermedad desde el nacimiento, quizá por eso su pesimismo, y es abatido finalmente por la cólera. Algunos títulos de sus obras: "Canzoni" (1824), "Versi" (1826), "Canti" (1831), "Opúsculos morales" (1827), ...
- La vejez es mala porque priva al hombre de todos los placeres dejándole los apetitos.
- Para la felicidad son menos nefastos los males que el aburrimiento.
- Las personas no son ridículas sino cuando quieren parecer o ser lo que no son.
- Los hombres se avergüenzan, no de las injurias que hacen, sino de las que reciben.
- No existe desgracia humana que no pueda aumentar; en cambio, tiene un término eso que se llama felicidad.
- No hay desesperado tan pobre e impotente que no sea útil al mundo del cual desespera.
- Los niños hallan el todo en la nada; los hombres, la nada en el todo.
- Advierte que no es menos vituperable dejarse ganar por los amigos en favores, que dejarse vencer por los enemigos en ofensas.
- Mucho me engaño o raras son en nuestros días las personas muy celebradas cuyas alabanzas no hayan comenzado en su propia boca.
- De los actos egregios es aguijón el amor, y de alto afecto maestra la beldad.
- No hay cosa tan refractaria a la compasión como el ver a un desgraciado a quien la adversidad no ha podido mejorar en algo y que no ha aprendido nada de las lecciones del infortunio, maestro supremo de la vida.
- Ningún indicio mayor de ser poco filósofo o poco sabio que pretender vivir siempre sabia y filosóficamente.
- Pedir que la poesía sea razonable es como esperar que una bestia sea razonable.
- Cada uno es tan infeliz como cree.
Canto XII: "El infinito":
"Amé siempre esta colina
y el cerco que me impide ver
más allá del horizonte.
Mirando a lo lejos los espacios ilimitados
los sobrehumanos silencios y su profunda quietud,
me encuentro con mis pensamientos,
y mi corazón no se asusta.
Escucho los silbidos del viento sobre los campos,
y en medio del infinito silencio tanteo mi voz:
me subyuga lo eterno, las estaciones muertas,
la realidad presente y todos sus sonidos.
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento:
y naufrago dulcemente en este mar".
Giacomo Leopardi.