George Herbert. (Montgomery. Reino Unido). 3 de abril de 1593 – 1 de marzo de 1633 (Wiltshire). Poeta y sacerdote inglés. Falleciendo de tuberculosis este anglicano ilustre. Sus poemas metafísicos, no exentos de religiosidad fueron escritos siendo clérigo en Benerton. Toda su obra fue publicada bajo el título de: "El templo" (1633). Con un lenguaje sencillo, aborda todas las grandes cuestiones del hombre, con lo cual es ungido de una actualidad como pocos han conseguido a lo largo de los tiempos.
- No frecuentes las malas compañías, no sea que aumente su número.
- No es tan fiero el león como lo pintan.
- No todo resbalón significa una caída.
- El que no es bello a los veinte, ni fuerte a los treinta, ni rico a los cuarenta, ni sabio a los cincuenta, nunca será ni bello, ni fuerte, ni rico, ni sabio.
- Quien tiene casa de vídrio, no debe tirar piedras a otro.
- Ama a tu vecino, pero no derribes vuestra verja.
- Aquel que no puede perdonar a otros, destruye el puente sobre el cual debe pasar él mismo.
- Vivir sin amigos: morir sin testigos.
- La indignación moral no es más que invidia con aureola.
- El que ha perdido un ojo, conoce el valor del que le queda.
De "El Templo": en El Amor III:
"Un invitado, le respondí, digno de estar aquí:
El Amor dijo, has estado con él.
¿Yo el malo, malagradecido? Ah, mi adorable,
No puedo mirarte.
El amor tomó mi mano y sonriendo contestó,
¿Quién hizo los ojos sino yo?".
Herbert.
Herbert.