Jules Gabriel Verne. (Nantes) 28 de febrero de 1828 - 24 de marzo de 1905 (Amiens). Escritor francés, situado en la literatura de aventuras y ciencia ficción. Escribió más de setenta libros, y todos ellos muy populares por sus entretenidas historias. Entre ellos algunos títulos: "Cinco semanas en globo" (1863), "Viaje al centro de la Tierra" (1864), "Veintemil leguas de viaje submarino" (1869), "La vuelta al mundo en ochenta días" (1872), "La isla misteriosa" (1874),. "Miguel Strogoff, el correo del zar" (1876), "La isla de hélice" (1895), "Ante la bandera" (1896), "El testamento de un excéntrico" (1899), "Segunda patria" (1900), "Los hermanos Kip" (1902), "La invasión del mar" (1905), ...
- Todo lo que de grande se ha realizado, ha sido en nombre de esperanzas exageradas.
- Mientras hay vida hay esperanza.
- La realidad nos provee con hechos tan románticos que la imaginación no podrá añadirle nada.
- Si no hubiera truenos, los hombres tendrían poco miedo de los rayos.
- Cualquier cosa que un hombre pueda imaginar, otros hombres la pueden hacer real.
- ¡Qué gran libro se podría escribir con lo que se sabe. - Otro mucho mayor se escribiría con lo que no se sabe!
- Deseaba estar extraviado, no perdido. Extraviado, aún pueden encontrarle a uno.
- Vete al comedor, da la vuelta alrededor de la mesa mirando siempre al centro, y cuando hayas concluido el paseo circular habrás dado una vuelta alrededor de ti mismo, puesto que la vista habrá recorrido todos los puntos del comedor. Pues bien, el comedor es el Cielo, la mesa es la Tierra y tú eres la Luna.
- Los que tienen cara de bribones no les queda más recurso que ser honrados, pues de lo contrario se harían arrestar.
De "El testamento de un excéntrico", en el capítulo III:
"Decididamente, si William J. Hypperbone no se había distinguido gran cosa de sus semejantes en los actos de su vida pública, por lo menos su vida privada, repartida entre el Círculo de Mohawk Street y el mausoleo de Oakwood, presentaba cierta originalidad que permitía colocarlo entre los excéntricos de su tiempo. Para llevar la excentricidad a sus últimos límites, no hubiera faltado más que el difunto no lo estuviera realmente. Pero sus herederos, fueran quienes fueran, podían estar seguros en cuanto a este particular. No se trataba de un caso de muerte aparente, sino de muerte definitiva".
Julio Verne.