Jean-Baptiste Racine. (La Ferté-Milon) 22 de diciembre de 1639 - 21 de abril de 1699 (París). Escritor francés. Padre del poeta Louis Racine. En 1711, sus restos fueron trasladados junto a los de Blaise Pascal. Algunos títulos de sus obras: "Tragedias con tema griego": "La Tebaida" (1664), "Alejandro Magno" (1665), "Andrómaca" (1667), "Ifigenia" (1674), "Fedra" (1677), ... De la historia de Roma: "Británico" (1669), "Berenice" (1670), "Mitrídates" (1673), De Turquía 'siglo XVII': "Bayaceto" (1672), ... Bíblicas: "Esther" (1689), "Atalía" (1691), ... Comedia: "Los litigantes" (1668), Oda: "La ninfa del Sena" (1660), ...
- La primera regla es gustar y emocionar. Todas las demás se han creado solo para conseguir la primera.
- El genio es como el águila: cuanto más se eleva, menos visible se vuelve, y ve castigada su grandeza por la soledad en que se encuentra su alma.
- El dolor silencioso es el más funesto.
- Hay que creerse amado para creerse infiel.
- Sin dinero el honor no es más que una enfermedad.
- Le he amado demasiado para no odiarle.
- ¡Insensato quien fía al porvenir!
- A menudo es fatal vivir demasiado tiempo.
- Los más desgraciados son los que lloran menos.
- Mi única esperanza radica en mi desesperación.
- En la tragedia solo conmueve lo verosímil.
- El amor jamás espera a la razón.
- Presente, huyes: ausente, te encuentro otra vez.
- La vida es una comedia para los que piensan, una tragedia para los que sienten.
- Las peleas de amantes son la renovación del amor.
- Él tiene sus ojos si no tiene el lenguaje.
- Me entrego ciegamente al impulso que me arrastra.
- Estoy buscándome a mí mismo y no puedo encontrarme.
- En lo más profundo del bosque tu imagen me sigue. La luz del día, las sombras de la noche, todo vuelve a reflejar en mis ojos los encantos que evito.
- La fe que no actúa, ¿puede llamarse sincera?
- No hay secreto que el tiempo no revele.
- La justicia extrema es a menudo injusta.
- Con los lobos se aprende a aullar.
- Por discreto que sea el amor, siempre deja escapar el secreto por algún signo.
- El vicio, como la virtud, crece a pasos pequeños.
- ¡Cuán fácilmente el amor crece en todo lo que desea!
- Nunca se vencerán los romanos sino en Roma.
- Malograría mi venganza haciéndola tan rápida.
- Temo vuestros silencios, no vuestras injurias.
- Beso a mi rival, pero es para sofocarlo.
- El cobarde teme a la muerte, y eso es todo lo que teme.
- Cuanto más me gusta el que ofende, más siento la ofensa.
- Quien desea ir lejos ahorra la montada.
De "Fedra", en el Acto I:
"HIPÓLITO: Mi decisión está tomada: parto, querido Terámenes y abandono el refugio de la acogedora Trecenia. En la hora mortal en la que me debato, empiezo a avergonzarme de mi ociosidad. Desde hace más de seis meses, vivo alejado de mi padre, ignoro el destino de un ser tan querido; incluso el lugar recóndito en que pueda hallarse.
TERÁMENES: ¿Y en qué lugares vais pues a buscarlo. Señor? Para dar satisfacción a vuestro justo temor, he recorrido ya los dos mares que separa Corinto, he preguntado por Teseo a los pobladores de aquellas orillas donde el Aqueronte se pierde hacia la región de los muertos. He visitado la Hélide y, dejando atrás el Ténaro, he llegado hasta el mar que vio desplomarse a Ícaro. ¿Con qué nueva esperanza, en qué felices climas creéis descubrir la huella de sus pasos? ¿Quién sabe incluso, quién sabe si el Rey vuestro padre desea que el misterio de su ausencia sea desvelado? ¿Y si mientras con vos temblamos por su vida, tranquilo, y ocultándonos unos nuevos amores, el héroe solo aguarda que una amante embaucada...
HIPÓLITO: Calla, Terámenes querido, y respeta a Teseo, quien olvidado ya de sus errores juveniles, no se halla retenido por un obstáculo indigno. Vencida la fatal inconstancia de su esposo, Fedra, desde hace tiempo, ya no teme rivales. En fin, buscándole cumplo con mi deber y huyo de estos lugares cuya vista ya no me deleita".
Jean Racine.